A Costa da Morte te espera cargada de vida

Costa da Morte

El paisaje de la Costa da Morte sorprende con sus acantilados, islas, estuarios, playas, dunas, peñascos y el Atlántico más bravo como telón de fondo a lo largo de casi 200 kilómetros, un paisaje inconfundible, señal de identidad de este lugar.

La Costa da Morte representa el inicio de las Rías Altas por el sur.  Dentro de los límites de la provincia de A Coruña, en esta costa, encontraremos playas desiertas, ensenadas y acantilados. Los cabos, como el de Fisterra, Touriñán y Vilán, penetran en un océano bravío y de aguas agitadas. 

Su espectacular belleza se sintetiza en vertiginosos acantilados, playas salvajes de arena blanca y fina, dunas móviles y marismas.

El juego de corrientes marítimas, polares y subtropicales, creó aquí un hábitat especial, hoy reserva marina de interés pesquero. Es el santuario de la cría y reproducción del pulpo. 

La playa de Carnota, una de las más bellas de Galicia e incluso del mundo, según la prestigiosa publicación alemana Traumstrände. Con forma de media luna y un recorrido de siete kilómetros forma un conjunto único de dunas y marismas con una laguna interior que acoge comunidades animales y vegetales de gran interés.

Sus aldeas marineras convidan al paseo tranquilo y a observar las labores de los hombres y mujeres del mar. Es una tierra de misterio, de leyendas y mitos. Su belleza paisajística y el interés cultural la convierten en una zona única y de especial encanto para el visitante.


La personalidad de la Costa da Morte está marcada por su condición de límite occidental de Europa. Aquí estaba el fin del mundo, el “Finis Terrae” de los romanos. Concretamente, en Cabo Fisterra, un lugar fascinante desde la más remota antigüedad, y donde muchos peregrinos dan por finalizado su viaje después de pasar por Santiago de Compostela. Tras su llegada a este lugar, los romanos presenciaron y relataron el espectáculo del sol hundiéndose en el Océano Atlántico, una escena grabada en la imaginación colectiva de los antiguos desde tiempos muy remotos, la puerta al más allá.

Es una de las zonas más ricas de Europa en muestras de cultura megalítica. La visita al dolmen de Dombate o al castro de Borneiro, enclaves de gran valor, nos harán retroceder miles de años en el tiempo, para conocer algo más de la vida de nuestros ancestros. 

En las celebraciones religiosas actuales se percibe el aliento ancestral panteísta y pagano que las anima. En el santuario de la Virxe da Barca, en Muxía, se reúnen cada año millares de fieles en una de las romerías más importantes de Galicia.

Frente a estas costas navega una buena parte del tráfico marítimo del Atlántico Norte. La línea de la costa es muy recortada y las tormentas y temporales son habituales durante los meses de invierno, lo que hace que esta Costa fuera escenario de multitud de naufragios. Frente al mar es posible ver cruces que recuerdan sus víctimas. El cementerio de los Ingleses debe su nombre a los numerosos ahogados que causó el hundimiento del buque inglés Serpent en 1880.
La forma de vida de los habitantes de la Costa da Morte está estrechamente ligada al mar. Su economía se basa en la pesca y en el marisqueo. 

Una de las imágenes más representativas de esta zona es la del trabajo de los “percebeiros”, que saltan de roca en roca esquivando los golpes de mar. Como no podía ser de otro modo, la gastronomía de estos lugares saca partido de la gran calidad y variedad de sus pescados y mariscos.

La Costa da Morte mantiene las tradiciones de sus antiguos oficios y labores de artesanía. El encaje de bolillos, sobre todo el de Camariñas, pero también el de otras localidades, recibió muestras de reconocimiento a nivel internacional. Por otra parte, Buño es famosa ya desde hace siglos por su importante actividad alfarera.