Te comprendo, quieres y no puedes. ¿Y entonces?
Prácticamente, todos nosotros nos hemos encontrado en momentos en los que ni nuestro cuerpo avanza, literalmente, y a la vez nuestra mente se queda totalmente bloqueada.
Resulta una sensación extraña, un querer y no poder. Y no hablo de pereza, ni zanganería, sino más bien de un estado de bloqueo que no nos permite muchas cosas en nuestra vida y entre éstas, la toma de decisiones.
Cuando alcanzamos este estado, no es porque de repente un buen día amanece y de pronto, ¡no sé qué hacer con mi vida! Cuando esto nos sucede y de algún modo lo queremos compartir con los demás, la definición exacta de lo que nos está pasando, ¡no la encontramos! ¿Acaso existe? Y si por un casual podemos conversar con una persona que al menos intente comprender nuestro estado, muy probablemente las preguntas que nos haga sean del tipo de:
¿Por qué te pasa algo así?;
¿Has tenido algún problema en concreto?;
¿Hay algo que no me has dicho?;
¿Ha sucedido algo grave?
¡Pues seguramente ninguna de estas preguntas por separado dan respuesta a un estado de bloqueo! Muchas veces, la situación es compleja.
Cuando no avanzamos, no podemos, algo nos lo impide, comienza el pesimismo, la frustración, nos encerramos en nosotros mismos, comenzamos a perder la esperanza… Todo ello es prueba de que llevamos mucho acumulado, sin que tenga que ser el motivo únicamente uno, incluso sin llegar a saber el desencadenante que ha originado este estado.
Os voy a poner un ejemplo, que habitualmente es la mejor manera de que algo se entienda claramente.
Después de encontrarnos muchos años trabajando, puede que en la misma empresa y en el mismo sector, un buen día nos comunican que se ven obligados a prescindir de nuestros servicios, ya que el plan de acción de la empresa va por otros derroteros, y en éstos, nosotros no encajamos…
Evidentemente, el mundo se nos viene encima en ese mismo momento. Son muchas las preguntas que a la cabeza nos vienen, pero eso sí, ¡respuesta ninguna!
No toca otra que recomponer a estas alturas nuestra vida, una vida que llegado este caso va más allá de lo profesional.
La economía de la casa se ve afectada, empezamos a hacer números, a prescindir de cosas, nuestra vida social merma… ¡Y encima hazlo saber!
Después de este proceso, surge la pregunta: “¿y ahora qué voy hacer con mi vida?”
Claro, comienza el pesimismo. “Yo no sé hacer otra cosa”, “¿dónde me van a contratar a mí y encima con la edad que tengo?”
Comenzamos a postularnos en diferentes ofertas de empleo, pero en nuestra cabeza empieza a estar presente la martilleante idea: “Otra entrevista más, no sé para qué ir si no me van a llamar”, “anda que no hay personas con más estudios que yo, aun a pesar de la experiencia que tengo”, “seguro que están buscando gente joven…”
La apatía se hace presente, comienza la falta de confianza en nosotros mismos, la situación se alarga, empezamos a no encontrar explicaciones, a sentirnos pequeños, por momentos, ridículos… Y de pronto, ¡llega el momento del bloqueo!
Pues te voy a decir varias cosas por si todavía no las habías leído en esos libros de “auto-ayuda”.
- La vida no termina aquí, de hecho comienza otra y puede ser mejor que la anterior!
- Tú no eres el culpable de que algo así haya irrumpido en tu vida como un tormento. Dale la vuelta y piensa en que es cierto que hay puertas que se cierran, pero, ¿y si buscas una que se abra y además esté rotulada con tu nombre?
- Pues llegado este punto, pongámonos manos a la obra. Valora todas las aptitudes de las que dispones y que ni tan siquiera de muchas eras consciente, y piensa en cuántas profesiones podrías llevar a cabo por las distintas funciones que desempeñabas en tu anterior trabajo. Eso sí, ¡escríbelas en un papel!
- Recuerda que somos unos aprendices toda nuestra vida. Ten inquietudes, cultívate y no te sientas por ello acomplejado. ¡Recíclate, nunca es tarde!
- ¡Fuera el victimismo! Eso hará que te alejes de ti mismo y de las personas que te rodean. Precisamente estás en un momento en el que rodearte de personas sanas es un gran aporte para ti. Que se te empiece a ver por lugares diferentes, acude a reuniones de networking, a charlas, talleres… La vida social siempre es muy importante, pero en estos casos doblemente, aunque pensemos que en estos momentos no estamos para esto…
- No te auto-descartes de ninguna oferta laboral antes de que lo hagan las personas a las que le corresponda tomar la decisión. ¡Apúntate a un bombardeo! Recuerda, el no ya lo tienes.
- Lleva una vida sana, haz ejercicio y cuida tu alimentación. El descanso es muy importante en este estado.
- Dedícate tiempo, préstate atención. No descuides tu cuidado, aunque pueda parecer increíble, con estados emocionales como este, nuestro cuidado personal y el sentirnos bien con nosotros mismos nos ayuda a valorarnos.
- Las personas tóxicas en tu entorno no deben tener lugar. Necesitas optimismo, escucha activa, apoyo…
- Recuerda algo e intenta hacerlo siempre, nunca olvides de dónde vienes. Esto te ayudará a entender en qué punto te encuentras y poder hacerle frente. Y lo mejor de todo, hacia dónde quieres ir, porque te habrás encontrado.
|Carmen Prada
Consultora de Desarrollo
Personal y Profesional