Conceyu convoca concentración en protesta por la fatal remodelación de la Estación de Autobuses de León
Decepcionante resultado de la remodelada estación de autobuses de León
Si bien toda obra nueva impresiona por serlo, en esta ocasión impresionan dos “detalles” destacables: la inmensidad de arcos aéreos de hierro, a modo de exoesqueleto, para hacerla parecer más grande, y la tediosa repetición de logos gigantes de la Junta de Castilla y León, en todas las grandes cristaleras, y otros paramentos.
La estación de buses de León ha defraudado las expectativas de los leoneses. Proyectada inicialmente en algo más de 8 millones, se quedó definitivamente en poco más de 6 millones. La pretendida unión intermodal con la vecina estación de trenes, tras la rebaja presupuestaria, se queda en un anuncio de recorrido por la acera de la calle bajo palio protector del sol y la lluvia. Esperemos que al menos no pongan el piso con las baldosas actuales, que hacen cantar a las ruedas maleteras el tra-ca-tra, tra-ca-tra.
Es vergonzoso que la Junta aproveche esta remodelación para convertirla en un panel continuo de propaganda, donde inserta, machaconamente, el logo de la Junta, blasón cuartelado incluido, solo con el ánimo de recordarnos a los ciudadanos leoneses (de capital y provincia) quien manda, que dependemos de ese ente que nos gobierna desde la metrópoli de Valladolid. Tan solo en las cristaleras del hall de entrada, más el de la portada del edificio, y otro en el centro, hemos contado 12 grandes logos gigantes de la Junta. Y ni siquiera han puesto, ni una sola vez, el nombre adjudicado a esa estación: Reina Dña. Urraca I de León. Es una provocación manifiesta a los leoneses que no podemos, no debemos, soportar.
El agravio adquiere más notoriedad, cuando leemos que la nueva estación de autobuses de Valladolid se proyecta en 30 millones, por sí sola; eso sí, estación inteligente, dicen; la de León se queda en “normalita”, como mucho. Pero además se integrará en un espacio intermodal, junto a la estación de trenes, con soterramiento de vías incluido. Dicha estación, de Campo Grande, emulará a la de Chamartín, con un piso de andenes y otro superior de espera de pasajeros y zona comercial, con puentes elevados de acceso, uno de ellos solo para peatones y ciclistas. Se construirá también, bajo la estación de ferrocarriles actual, un aparcamiento con 675 plazas. Compárese todo el conjunto con lo existente en León.
Todo este conjunto ascenderá a los 100 millones de euros, frente a los 6 millones de León Siendo la disposición de las estaciones de León, de tren y bus, también contiguas, y no realizando conexión real entre ambas, queda bien notorio cual es la ciudad privilegiada, la metrópoli, y cual la dominada, hecho que, encima, nos restriegan a cada paso, con tanto logo serigrafiado, en la nueva estación leonesa.
Pero parece que la de Valladolid tiene más padrinos que la de León, que solo tuvo de financiación a la Junta, que sepamos. Para la de Valladolid se reunieron en su día las partes implicadas: el director general de Transportes de la Junta de Castilla y León, el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF), representantes del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana; el alcalde (hoy Ministro de Transportes) y el teniente de alcalde de Valladolid, Óscar Puente y Manuel Saravia; y la Sociedad Valladolid Alta Velocidad.
Parece que para el proyecto de Valladolid hay participación a todos los niveles, locales, autonómicos y nacionales, y en León estamos huérfanos de padrinos. Tan solo recibimos las migajas de quien nos administra: la Junta de Castilla y León, cuyo consejero de Fomento, el “leonés” Suarez-Quiñones nos fue contando las vicisitudes presupuestarias, a la baja, ya desde lo exiguo.
Conceyu País Lliones.
Carlos García - presidente