Estambul entre Oriente y Occidente
“En mi primera visita a Estambul… lo que más
me llamó la atención y en seguida me atrajo fue la portentosa impresión
de fuerza animal que desprende: una vitalidad salvaje, omnívora,
desbordante que sobrecoge al viajero en cuanto pone los pies en ella”
Juan Goytisolo, La ciudad palimpsesto
Capital de tres imperios, Estambul, promiscua y espiritual, invita a soñar con viajes lujosos en el Orient Express, de la mano de Ágata Christie y Graham Greene, y con harenes en el Topkapi, el palacio de los sultanes, ubicado en la Punta del Serrallo, donde confluyen las aguas del Cuerno de Oro y el mar de Mármara.
Ciudad de las mil y una mezquitas
Esta urbe, cuyas dimensiones resultan inabarcables a primera vista, ofrece muchos encantos al turista.
El centro histórico de Sultanahmet, donde están la mayor parte de restaurantes, cafés, alojamientos y algunas de las maravillas turcas, véanse Santa Sofía o Ayasofya, la Mezquita Azul, cuya belleza espiritual, sustentada en seis minaretes, se me antoja cautivadora, el palacio de Topkapi, harén incluido, o el obelisco egipcio, la columna serpentina y la de Constantino del antiguo Hipódromo bizantino, monumentos de singular valor. Para entrar en las mezquitas, recordar que se deben respetar las reglas que impone la religión: descalzarse a la entrada, cubrirse, etc...
Aparte de la visita de estos lugares de gran interés, sugerimos dar un paseo por el barrio de Beyazit, donde se hallan la Universidad, la mezquita de Solimán o Süleymaniye (impresionante) y el Gran Bazar (Kapalı Çarşı),, todo ello en los alrededores de la plaza y la mezquita Beyazit.
El Gran Bazar constituye una ciudad en sí misma donde todo tiene cabida.
La visita puede continuar por el puerto de Eminönü, desde donde puedes embarcarte para recorrer, tanto el Cuerno de Oro, poblado por cientos de pescadores, así como la parte asiática, véase Üskudär, o bien hacer un tour por el Bósforo.
Eminönü es una zona muy transitada, tanto por los estambulíes como por los turistas, y donde hay muchos puestos callejeros, donde puedes comprar de todo, incluido un sabroso bocadillo de pescado asado a la plancha.
Por el Bósforo
Un paseo en barco por el mítico estrecho del Bósforo es uno de los grandes placeres que ofrece esta ciudad “fantástica y antigua, pintoresca y remota”.
Puedes salir desde el puerto de Eminönü y realizar un inolvidable crucero que te permitirá acercarte al lujoso Dolmabahçe Sarayi en el barrio de Besiktas así como al colorido Ortaköy. Justo detrás de este barrio se eleva el impresionante puente del Bósforo. Tu viaje podrá continuar Bósforo arriba…
Por la colina, que se eleva al norte del Cuerno de Oro, se extiende el barrio de Gálata, donde encontrarás la famosa torre, la más antigua y tal vez bonita de Estambul, construida por los genoveses.
La subida a la Torre de Gálata en ascensor merece realmente la pena. Y si te entra hambre o sed puedes quedarte a tomar algo en el restaurante situado en la última planta-mirador, desde donde tienes a buen seguro las vistas más espectaculares de esta ciudad en constante cambio.
Estambul europeo
La animada y chic Istiklal Caddesi, que cuenta con múltiples pasajes de estilo francés, como el Atlas, el Çiçek Pasaji o Cité de Pera, con sus cafeterías y tiendas sofisticadas, y un viejo tranvía que siempre va hasta los topes y circula en medio de una riada de gente, te hará recordar que estás en Europa.
En esta calle hallarás multitud, cafeterías, restaurantes, delicias turcas, puestos de kebab, cines, tiendas de libros y discos (véase la estupenda Mephısto, donde además sirven café y té).
Si dispones de tiempo, puedes acercarte al glamuroso café Pierre Loti, situado en lo alto de una colina, en el barrio de Eyüp. Desde su terraza gozarás de maravillosas panorámicas.
Ver Estambul a través de sus sonidos es sin duda una buena forma de adentrarse en sus esencias. Si sientes devoción por la música y la danza, una excelente forma de rematar tu viaje podría ser asistiendo a un espectáculo de Derviches Giróvagos a ritmo sufí. Te entusiasmará verlos girar como peonzas sobre sí mismos como si estuvieran en trance.
Para entender más y mejor esta ciudad de ciudades, te recomendamos Estambul, ciudad y recuerdos, una obra esencial de Pamuk.
| Manuel Cuenya