No todo es igual y lo mismo: todos tarambanas
José Viñas García
8 de julio de 2024, 8:17
Se habla mucho de que tanto en Alemania, Reino Unido, Francia y España, sus ciudadanos hicieron frente común democrático contra la extrema derecha; la diferencia de España con esos otros países está en que aquí, el gobierno pactó y dió impunidad a corruptos y delincuentes para aferrarse al poder. En los demás no necesitaron ese indecente proceder que: pisotea el Estado de Derecho, la igualdad de todos ante la ley y se salta el poder judicial. No es lo mismo.
Se repite mucho eso de la igualdad entre ésta amalgama de socios que sostiene a Sánchez, cuando se dan mensajes así, de que todo el mundo es igual, y se salta el principio básico de "igual de todos ante la ley" dando impunidad a delincuentes para recibir su apoyo, ya algo no cuadra en tanto empalago y desprendimiento. Es todo pura hipocresía y arribismo personal. Cuando se dice que todo el mundo es igual, se está despreciando la inteligencia, la valoración, la superación, el saber, la cultura, el emprendimiento, el esfuerzo, la meritocracia, la genética, la personalidad, la preparación... Se cambia la meritocracia por eso, por impunidad, por conseguir votos de colectivos varios, por estómagos agradecidos, por el enchufe, por el arribismo, por la paridad sin más, por cremalleras, por cuotas, por la vulgaridad, por el desprecio por quién es superior... La igual no existe ni existirá jamás, todos somos diferentes y con capacidades distintas. Quién se esfuerza no puede estar al nivel del mediocre, dándole a éste, ponderación y cuotas para alcanzar techos que por él o ella misma (por su saber y valer) jamás conseguiría. Es premiar la mediocridad, la vagancia y la ineptitud.
Con esta cultura de todos iguales, no les extrañe que Puigdemont (corrupto y delincuente fugado) sea el copresidente de España, del País que odia, huye y se quiere independizar. Una entelequia infumable.
Pasa lo mismo con las tendencias sexuales, ya llegan a un extremo donde hasta vimos casarse a una mujer consigo misma. O está como una tocha, o nosotros por hacerle publicidad a estas excentricidades, perdimos el sentido de la ponderación.
Ya, creo que el mundo se descompone. Ahora no sé puede llamar a uno de color, negro; pero tenemos que llamar mujer a un tío con bigote y dos pelotas colgando porque dice que se siente mujer ¡Manda huevos! A que llegamos. Todos tarambanas.