El pasado 12 de octubre, como cada año, se celebró en la Plaza de Cataluña de Barcelona la tradicional jornada de la Fiesta Nacional de España. Miles de ciudadanos acudimos a la cita, como concluye en un excelente artículo Clemente Polo, “para preservar la libertad, la concordia y la prosperidad de los catalanes”, puestas en entredicho por los talibanes secesionistas. Al día siguiente de la efeméride, en el Foro de los Constitucionalistas, más de un forero, después de subrayar la importancia numérica de los manifestantes, afirmaba que “hubiéramos podido ser más numerosos” en la Plaza de Cataluña y calles adyacentes. En efecto, hubiéramos podido ser más e incluso más que ellos, aquellos que se tiraron al monte y que se pasan la legalidad vigente, cuando les conviene, por el “forro de sus caprichos”, como hubiera dicho José Mª García.
¿Qué sucedió para que no hayamos sido tan numerosos como algunos hubieran deseado? Para responder a esta pregunta, de una forma objetiva y convincente, observemos y analicemos el pre-12 de octubre.
Ellos, los que se tiraron al monte y que quieren la independencia, sí o sí, están todos unidos bajo las siglas ANC (Asamblea Nacional Catalana) y Omnium Cultural. De ahí los éxitos de sus convocatorias: la Marcha por la Independencia, de junio a septiembre de 2012; la cadena humana del año pasado, que atravesó, de norte a sur, el territorio de Cataluña, encadenándolo con lo que ellos llaman la Cataluña Norte y la Cataluña Sur; la “be baixa” o española V de este año; y los innumerables actos festivos, simbólicos y reivindicativos en todo el territorio catalán, desde el 2012. Sin embargo, nosotros, el colectivo respetuoso con el marco legal, ante estas movilizaciones, no abrimos la boca y cuando lo hacemos, como fue el caso el último 12 de octubre, estuvimos divididos o, más bien, habría que decir que algunos sembraron la discordia y la división entre aquellos que nos sentimos catalanes y españoles, tanto monta, monta tanto. Me explico, desvelando y denunciando los tejemanejes del pre-12 de octubre de este año.
Los actos del 12O de este año, en la Plaza de Cataluña, fueron monopolizados y protagonizados por Sociedad Civil Catalana (SCC) que, en un primer momento, los había programado en el Paseo de San Juan, en torno al Arco de Triunfo. SCC es una recién llegada al activismo para la defensa de la unidad de España. Tiene menos de un año de vida, ya que nació el pasado 23 de abril, día San Jorge. Ahora bien, llegó con un pan debajo del brazo, con todos los parabienes mediáticos (algunos de sus miembros han estado presentes machaconamente en muchos medios: TV, radios y prensa), políticos (los representantes de SCC fueron recibidos por Mariano Rajoy, en la Moncloa, y por otros miembros de la casta política de acá y de acullá) y también crematísticos (le llovió una financiación a espuertas de ciertos partidos; se trata de aquellos que invirtieron recursos para poder tomar la palabra en la plaza de Cataluña y sacar réditos electorales del acto: PP, C’s y UpyD. Todo muy ¡¡¡Raro, raro, raro!!!, como hubiera dicho el Dr. Iglesias Puga, el progenitor de nuestro Julio de España.
Con estos avales y estas connivencias, SCC entró en la dinámica de la preparación de los actos del 12 de octubre como un elefante en una cacharrería y como Pedro por su casa. Y partió las peras, dinamitando los puentes, unilateral y torticeramente, con todas aquellas asociaciones y plataformas que, en los últimos años, se batieron el cobre para organizar los actos del 12O. Digamos que hablo, como hubiera dicho Javier Sabina, de Convivencia Cívica Catalana, del Movimiento Cívico 12O, de Somatemps, de Profesores por el Bilingüísmo y, entre algunas más, del Movimiento Cívico d’Espanya i Catalans que, me consta, ha sido el principal dinamizador e implicado en pos del éxito de la citada convocatoria.
En el proceso de preparación de los actos del 12O, SCC ninguneó y marginó sistemáticamente a todas éstas organizaciones. No respondió ni a las llamadas telefónicas ni a los correos electrónicos de éstas o lo hizo con mucha demora; llamadas y correos que pretendían solo potenciar las sinergias en defensa de la unidad de España. Estas organizaciones tampoco pudieron tomar la palabra en la Plaza de Cataluña, ni fueron mencionadas en los “parloteos de loros” de los que intervinieron. Además, tampoco figuraban en la cartelería de la convocatoria de los actos del 12O. Sin embargo, todas, pensando solo en dar una imagen de unidad y preocupadas solo por el éxito de la jornada, hicieron de tripas corazón y cedieron a SCC el espacio de la Plaza de Cataluña, que habían solicitado previamente. En efecto, disponían ya de los permisos pertinentes, como fue el caso de las acreditaciones en favor del Movimiento Cívico d’Espanya i Catalans. Y además hicieron valer su poder de convocatoria para drenar ciudadanos hacia el corazón de Barcelona, consiguiendo colapsar la plaza de Cataluña. Estos son hechos, esto es generosidad, altura de miras y no perder de vista el objetivo de la jornada festiva y reivindicativa: defender la unidad de España altruistamente.
Durante la preparación y el desarrollo de esta jornada, se puede aseverar que SCC, por sus actos y por su actitud, ha utilizado, y parece que aún sigue utilizando, el instrumento empleado por los romanos para doblegar a todos los pueblos ribereños del Mare Nostrum: “Divide y vencerás”. En efecto, en vez de venir para unir y sumar, SCC ha llegado para dividir; y por consiguiente, para debilitar y fragilizar el movimiento de aquellos que estamos por la defensa de la unidad de España desde hace muchos años. Si SCC no hubiera utilizado el sectarismo, si no sufriera el síndrome de Narciso, si hubiera buscado ante todo la unidad, si…, si…, seguramente hubiéramos necesitado varias plazas de Cataluña para poder contener a los que nos sentimos españoles y catalanes o catalanes y españoles.
Dicho todo esto, yo me pregunto e invito a mis lectores a que se pregunten: 1. ¿Hacia dónde y para quién rema SCC? 2. ¿Por qué los partidos de la casta (PP, C’s y UPyD, auténticas “Granjas Orwellianas”) han puesto toda la financiación (huevos) en el nido de SCC, despreciando la experiencia y el poder de convocatoria de las organizaciones que he citado ut supra? 3. ¿Acaso SCC es una lanzadera, como lo fue en su día la Asociación de Ciudadanos de Cataluña (para el partido C’s) o Plataforma Pro (para UpyD)? 4. ¿O acaso SCC es la “quinta columna” o el caballo de Troya para acabar con los movimientos ciudadanos, que están decididos, cada vez más, a dar la puntilla a la desprestigiada y corrupta casta política española? 5. O… 6. O…
Perseverar en el error es cosa de necios. Por eso, si actúa con buenas intenciones, SCC debería hacer lo que hacen los sabios: rectificar. La coyuntura actual, creada por los que se han tirado al monte, y el futuro próximo (9N y el día 6 de diciembre, día de la Carta Magna, la “madre de todas las leyes”) proporcionan a SCC la ocasión de entonar su “mea culpa” y hacer propósito de enmienda. Sé de buena tinta que, a pesar del malestar descrito en mi texto, se van a iniciar, si no se han iniciado ya, conversaciones entre SCC y Movimiento Cívico d’Espanya i Catalans, tendentes a conseguir la unidad de acción y la búsqueda de sinergias de todas las organizaciones cívicas ocupadas y preocupadas por la unidad de España. La unión hace la fuerza, como dice la sabiduría popular. De este entendimiento solo se pueden esperar beneficios para todos los ciudadanos que nos sentimos catalanes y españoles o españoles y catalanes.
© Manuel I. Cabezas González
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