Un nuevo curso escolar acaba de empezar y, con él, se inicia una nueva etapa expansiva de la “enseñanza bilingüe” en las diferentes CC. AA. y, en particular, en la de Madrid. Y ante los resultados insatisfactorios que se están obteniendo con esta enseñanza, los padres, informados y responsables, se habrán preguntado, una vez más, qué enseñanza es la mejor para sus hijos: ¿la bilingüe o la tradicional monolingüe (en español)? Algunos, como Javier Marías, ya han afirmado categóricamente que la “enseñanza bilingüe” (español/inglés), en España, no es “ni bilingüe ni enseñanza”. Por eso, a pesar de la etiqueta de esta enseñanza, no es oro todo lo que reluce.
En España, con la enseñanza bilingüe “español/inglés” se pretende que el español y el inglés sean, al mismo tiempo, objetos de estudio e instrumentos de enseñanza-aprendizaje de contenidos no lingüísticos. Empezó su andadura, en el curso 2004-2005, en 26 colegios públicos de la Comunidad de Madrid. Hasta esta fecha sólo se impartía en ciertos colegios privados. Desde entonces, esta enseñanza se ha ido generalizando poco a poco en esta comunidad, hasta el punto de que, en 2016, ya es ofrecida por casi la mitad de los colegios y por más de un tercio de los institutos. Además, este tipo de enseñanza también se ha ido implantando, paulatinamente, en los centros públicos y concertados de las otras CC. AA. de España, que han seguido el ejemplo de Madrid.
Esta enseñanza bilingüe fue el resultado de una ocurrencia-promesa de Esperanza Aguirre durante la campaña electoral de 2003, que la catapultó a la presidencia de la Comunidad de Madrid. Con esta promesa, la Sra. Aguirre pretendió ganar votos, al tiempo que terció en el debate sobre la inmersión lingüística en Cataluña, que había implantado la enseñanza monolingüe en catalán, eliminando todo rastro de “enseñanza bilingüe español/catalán” e incumpliendo, para más inri, tanto la legislación en vigor como una serie de sentencias judiciales. Además, ofreció a los catalanohablantes, residentes en Madrid, la enseñanza bilingüe español/catalán, que era y es negada a los hispanohablantes en Cataluña. Y, por otro lado, con la propuesta bilingüe (español/inglés), la Sra. Aguirre pretendió hacer frente al fracaso secular de la enseñanza tradicional de las lenguas extranjeras y, en particular, del inglés, en España. ¡Loable objetivo, digno de ser apoyado!
Al ganar las elecciones, la Sra. Aguirre se vio obligada a improvisar la enseñanza bilingüe, al no disponer de los medios necesarios, en particular de los humanos, para llevarla a cabo. No se disponía y aún no se dispone de un profesorado bien formado y competente para impartir una enseñanza del inglés y, sobre todo, de contenidos no lingüísticos en inglés. Éste fue, desde un principio, el talón de Aquiles de la enseñanza bilingüe en la Comunidad de Madrid. En efecto, se ha pretendido conquistar Troya (convertir a los jóvenes madrileños en bilingües y poner fin al tradicional analfabetismo lingüístico en lenguas extranjeras), sin disponer de los docentes para conseguirlo.
La conquista de Troya fue precedida por 10 años de cerco, que acabaron cuando los griegos utilizaron la estratagema del “caballo de Troya”. La enseñanza bilingüe en la Comunidad de Madrid lleva en marcha también un poco más de 10 años y los resultados positivos se resisten, tanto en lo que se refiere a la competencia en inglés como en lo relativo al aprendizaje de conocimientos curriculares por parte de los alumnos. Es decir, no es “ni bilingüe, ni enseñanza”, J. Marías dixit. No se puede enseñar aquello que no se conoce o se conoce mal o se conoce a medias; o, como dice el refrán, no se pueden pedir peras al olmo. Por eso, o se construye un nuevo “caballo de Troya”, henchido de profesores bien formados o la conquista del bilingüismo español/inglés se alcanzará ad calendas graecas.
Ahora bien, un profesorado capaz de enseñar el inglés y contenidos curriculares en inglés no se consigue de la noche a la mañana ni con estancias de tres meses en Irlanda o con cursos intensivos de inglés de tres meses o con unas jornadas de formación de fin de semana. Estos medios no parecen proporcionados a los ambiciosos objetivos perseguidos. Con estos medios no se puede dotar a los profesores de unos “savoirs” lingüísticos y curriculares en inglés; de unos “savoir-faire” didácticos, para impartir una enseñanza del y en inglés; y de unos “savoir-être”, para interactuar en inglés en unas clases, donde puede haber alumnos que dominan el inglés mejor que el profesor.
«Algunos, como Javier Marías, ya han afirmado categóricamente que la “enseñanza bilingüe” (español/inglés), en España, no es “ni bilingüe ni enseñanza”. Por eso, a pesar de la etiqueta de esta enseñanza, no es oro todo lo que reluce» La deficiente enseñanza-aprendizaje de las lenguas extranjeras no es un problema exclusivo de España. Interesa, ocupa y preocupa tanto a los distintos países de la Unión Europea como a las autoridades europeas. Por eso, la “enseñanza bilingüe” o “multilingüe” debería ser un proyecto y un objetivo europeos, para poder pasar de la “Europa de los mercaderes” a la “Europa de los ciudadanos” y, así, hacer avanzar y dotar de cimientos sólidos a la construcción de los futuros Estados Unidos de Europa. Es una verdad de Perogrullo que el ciudadano europeo y la Unión Europea serán multilingües o no serán. En efecto, la tan cacareada libertad de circulación de mercancías, de recursos financieros y de personas es sólo una realidad cuando nos referimos a las mercancías y al dinero, pero no a las personas.
La libertad de circulación y de establecimiento en cualquier país de la U.E. es, por el momento, un simple derecho retórico, que no puede ser ejercido por los europeos. En efecto, al final de la etapa de formación, si los jóvenes titulados y/o los profesionales no son “plurilingües” o al menos “bilingües” y, por lo tanto, no dominan la lengua del país donde quieren echar raíces profesionales, laborales o familiares, no podrán ejercer este derecho. En los años 70 del siglo pasado, las autoridades comunitarias tomaron conciencia del hecho de que todo nuevo progreso en la integración y la construcción europeas estaba condicionado también por el conocimiento de las lenguas de los distintos países que la componen. Pero, a pesar de esto, no han hecho nada determinante ni eficaz para conseguirlo. Por eso, no es una casualidad que la construcción de la U.E. esté empantanada, en descomposición y en peligro, ante los numerosos problemas que arrastra y que no se atreve a abordar.
Ante la importancia de la política lingüística en la construcción de los EE. UU. de Europa y ante las expectativas creadas por la enseñanza bilingüe en España, no quiero contentarme sólo con levantar acta del fracaso de esta enseñanza, tanto en España como en los distintos países de la Unión. Hay soluciones para conseguir una enseñanza bilingüe o multilingüe, que sirva de argamasa y de cimiento sólido en la construcción de la “Europa de los Ciudadanos”. Entre ellas, quiero apuntar sólo una, propuesta en 1996 por el lingüista francés Claude Hagège*.
Ante la penuria de profesorado bien formado para impartir una enseñanza bilingüe, este profesor del Collège de France propone una solución novedosa y radical, para ser aplicada en el conjunto de la Unión Europea inmediatamente o a corto plazo. Según él, si el multilingüismo debe estar en la base de la consolidación de la Unión Europea, la iniciativa que hay que tomar es clara: impulsar y llevar a cabo “una política paneuropea de intercambios temporales masivos de maestros , de una país de Europa a otro”, para que enseñen tanto su lengua materna como contenidos curriculares en su lengua materna. Se trata de una medida revolucionaria, pero muy operativa y funcional, y no más onerosa que la solución actual. Así, a corto o medio plazo, todos los sistemas educativos europeos podrían disponer de un profesorado dominando la lengua que enseñan y en la que enseñan. Para algunos, esta medida puede ser utópica aunque, como escribió Víctor Hugo, no debemos olvidar que “la utopía de hoy será la realidad de mañana”.
Hasta ahora, los “maestros Ciruela” de la casta política española y europea han hecho oídos sordos a la razonable y razonada propuesta de Cl. Hagège. Esto denota que gestiona la “res publica” y toma decisiones sin saber lo que se trae entre manos y sin rodearse de especialistas que les asesore sobre las medidas que se deberían tomar.
© Manuel I. Cabezas González
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(*) Cl. Hagège (1996), L’enfant aux deux langues”, Éditions Odile Jacob, Paris (cf. « Chapitre VII. L’immersion par échanges massifs de maîtres à travers l’Europe », pp. 109-138.