De «la inmersión en Quebec y en Cataluña» (VI)
Para sustituir el modelo inicial de “normalización lingüística flexible, racional y razonable” (cf. El Buscador nº 62) por el de “normalización radical” (cf. El Buscador nº 63), los responsables de la política educativa y lingüística de Cataluña importaron, deformándola intencionadamente, una de las fórmulas del modelo innovador de aprendizaje del francés por los anglófonos de Quebec (Canadá), modelo que, en la literatura científica, ha sido denominado “inmersión”. Con este modelo, se pretende propiciar, desde la educación infantil o desde la enseñanza primaria, la enseñanza-aprendizaje de una segunda lengua (L2), diferente de la lengua materna de los alumnos (L1), mediante la utilización de la L2 como lengua vehicular (lengua de acceso a la información y a los saberes), en algunas o en todas las asignaturas del currículo escolar.
En Quebec, los programas de inmersión lingüística en francés comenzaron en 1965, en el alfoz sur de Montreal, por iniciativa de los padres anglófonos, deseosos de armar lingüísticamente a sus hijos y convertirlos en ciudadanos bilingües (inglés/francés). Luego, se extendieron a otras provincias limítrofes (Ontario y Nouveau-Brunswick). Ahora bien, la inmersión quebequesa se limitó a la escuela primera y, por lo tanto, no tuvo continuidad en la enseñanza secundaria.
¿En qué medida este modelo quebequés podía ser importando a Cataluña para llevar a cabo la mal llamada “normalización lingüística” (cf. El Buscador nº 59), si las condiciones de Quebec y de Cataluña son totalmente diferentes e incluso antagónicas? Para intentar responder a esta pregunta, vamos a comparar, desde distintos puntos de vista, los programas canadienses de inmersión y el modelo único de “inmersión precoz, total, obligatoria y radical”, implantado en Cataluña:
- en Quebec, la iniciativa de la inmersión partió de los padres anglófonos; sin embargo, en Cataluña, la iniciativa la tuvieron y la impusieron los políticos nacionalistas;
- en Quebec, el objetivo perseguido consistía en conseguir el “bilingüismo escolar” (inglés/francés); en Cataluña, con la mal llamada “normalización” del uso del catalán, se ha pretendido y se sigue pretendiendo imponer el uso exclusivo del catalán en la escuela (y también en todos los demás ámbitos), lo que está conduciendo a un “monolingüismo reductor y castrador”;
- en Quebec, la inmersión tiene carácter voluntario: los padres pidieron esta formación lingüística para sus hijos; en Cataluña, por el contrario, ha sido impuesta por la casta política y es obligatoria;
- en Quebec, para satisfacer las demandas heterogéneas de los padres, la inmersión adoptó diferentes formas (“inmersión precoz o larga”, “inmersión tardía o corta”, “inmersión media”, “inmersión total”, “inmersión parcial” e “inmersión doble”); en Cataluña, en cambio, se impuso un modelo único, el café para todos (la “inmersión precoz, total y obligatoria”);
- en Quebec, se pensó siempre en lo más conveniente para los discentes y en los deseos de los padres; en Cataluña, primaron y priman la “construcción nacional”, los intereses de la casta política nacionalista y la consolidación del proceso independentista;
- en Quebec, el inglés (lengua materna de los alumnos “inmersionados”) también fue introducido progresivamente como materia de estudio y como lengua vehicular; ahora bien, en Cataluña, el español, como asignatura, tiene un horario raquítico (2h. semanales) y, además, por ley y por la práctica docente, fue y está descartado como lengua vehicular;
- en Quebec, el alumnado era voluntario (concernía al 10% de la población escolar canadiense) y estaba formado por niños de familias favorecidas social, cultural y económicamente; en Cataluña, los alumnos “inmersionados” son hijos de las familias más desfavorecidas social, cultural y económicamente; en efecto, en Cataluña, los hijos de la “gente bien” pueden librarse de la inmersión en catalán al frecuentar la enseñanza privada española o extranjera (colegio alemán, liceo francés, colegio suizo, etc.);
- en Quebec, la inmersión se aplicó sólo en la enseñanza primaria; en Cataluña, la normalización por inmersión concierne todos los ciclos de enseñanza no universitaria y, en la actualidad, también se persigue en la universitaria;
- en Quebec, la evaluación de la inmersión ha sido, globalmente, positiva; en Cataluña, a pesar de lo que digan ciertos expertos de la Unión Europea en sus informes, debidamente aleccionados por el “lobby” catalán en Bruselas, los resultados son catastróficos: basta con consultar los Informes Pisa, las evaluaciones que realiza periódicamente el MEC o con tener en cuenta el nivel lingüístico (en catalán y/o en español) de los alumnos que llegan a la universidad en Cataluña;
- en Quebec, se ha hecho una inmersión en francés, lengua materna y propia de la mayoría de la población; en Cataluña, la inmersión se hace en catalán, lengua materna y propia de menos de la mitad de la población catalana;
- en Quebec, se ha hecho una inmersión en francés, lengua internacional, lengua de los organismos internacionales, lengua difundida —como lengua oficial— en países de los cinco continentes, lengua hablada por cientos de millones de locutores; en Cataluña, se trata de imponer el catalán, lengua que merece todo el respeto del mundo, pero lengua local, utilizada por dos o tres millones de personas, en una pequeña región del noreste de España y en tres pequeñísimos enclaves extranjeros (Andorra, Francia y el Alguer).
Este análisis contrastivo denota una importación torciera e interesada de una de las fórmulas del modelo de inmersión canadiense por parte de los nacionalistas catalanes, que están imponiendo, manu miliatari, el catalán en detrimento del español. El objetivo perseguido y los resultados obtenidos, como veremos en próximas entregas, ponen en entredicho e invalidan el medio utilizado en Cataluña para llevar a cabo la mal llamada normalización del uso de la lengua catalana: la inmersión precoz, total y obligatoria. En efecto, como hemos apuntado ya, todas las evaluaciones coinciden en señalar que los resultados, tanto en el dominio del catalán como del español, son insatisfactorios y deficientes. Además, hay que precisar que, en Cataluña, las lenguas han dejado de ser instrumentos de comunicación y se han transformado armas en la lucha política. Ahora bien, todas estas cuestiones serán objeto de nuestras próximas entregas.
Coda: « Je ne demande pas à être approuvé, mais à être examiné et, si l’on me condamne, qu’on m’éclaire » (Ch. Nodier).
© Manuel I. Cabezas González
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