La resaca del 1-O
Por fin, acabó el patético espectáculo que ha ofrecido el gobierno de la Generalitat a España y al mundo el 1-O. El ruido sordo de los helicópteros sobrevolando los cielos de Barcelona cesó hace unas horas y la mayoría de catalanes reanudaremos con normalidad nuestras actividades cotidianas mañana. Quizá no todos, pero sí la mayoría. Hay algo, sin embargo, que no volverá a la normalidad en bastante tiempo: la convivencia y la concordia.
El daño está hecho
La Generalitat ha logrado dividir la sociedad catalana y la fractura abierta con la inestimable colaboración de los medios de comunicación y las asociaciones secesionistas (ANC, Omnium y AMI), espoleando a sus huestes a lanzarse contra quienes no compartimos sus aspiraciones, tardará décadas en cerrarse. En cuanto a la vida política, los acontecimientos de las últimas semanas han puesto de manifiesto que mientras Puigdemont y Junqueras sigan al frente del gobierno de la Generalitat, y Forcadell y Gabriel continúen al mando de las fuerzas de choque en el Parlament, es de todo punto inviable restaurar la normalidad constitucional en Cataluña. Forcadell lo advirtió hace tiempo cuando proclamó que “nuestro adversario es el Estado español. Lo tenemos que tener muy claro. Y los partidos españoles que hay en Catalunya, como Ciudadanos y el Partido Popular”. En fin, ya ven qué espíritu de concordia y mano tendida anida en el pecho de los más egregios dirigentes de la república españófoba.
Valientes cobardes
El 1-O hemos podido ver a ‘heroicos’ ciudadanos, con niños sobre sus hombros, enfrentarse a la Policía Nacional (PN) y a la Guardia Civil (GC) en Barcelona y otras ciudades de Cataluña, mientras los Mozos de Escuadra volvían a hacer gala de la misma pasividad que dio alas a las hordas de ‘valientes’ de la ANC y Omnium que destrozaron los vehículos de la policía judicial, el pasado 21 de septiembre. Comenzaron los Mozos incumpliendo, como era previsible, la orden judicial de precintar los centros elegidos para albergar las urnas, y dejaron en manos de la PN y GC la tarea de desalojar a las familias que habían pernoctado en ellos, dispuestas a utilizar a sus hijos como escudos humanos.
La tarde del sábado visité el centro de enseñanza (CEIP) en que estudiaron mis hijos y pude constatar que un par de docenas de madres y algún padre habían tomado el gimnasio donde presumiblemente se iban a colocar las urnas. A una treintena escasa de metros de la entrada está el cuartel de Mozos que nada hicieron para impedir la ocupación ni para desalojarlos en la madrugada del 1-O. Esta mañana me he desayunado con la noticia de que Conesa, alcaldesa convergente (PDE-Cat) de Sant Cugat del Vallés, había colocado una urna en el pabellón deportivo anejo al Ayuntamiento, en un acto retransmitido por los medios de comunicación del propio consistorio. Si la heroicidad de Conesa me ha llegado a casa en cuestión de minutos, supongo que los Mozos estaban también al tanto. Por cierto, que el citado pabellón saltó a la fama por ser una de las obras por las que el partido de Pujol, Mas, Puigdemont y Conesa se embolsó una comisión del 2,5%, cuando Turull, actual portavoz del gobierno de la Generalitat, era gerente del Ayuntamiento.
¡Ay de los tibios!
Algunos parecen no haberse enterado todavía de qué iba el asunto y reparten culpas entre los Gobiernos de la Generalitat y España. Quizá esto no sea un referéndum sino un simulacro, como sostiene Iceta (PSC), pero el Estado no puede permanecer pasivo cuando gobernantes irresponsables convocan a los ciudadanos a conculcar la Constitución, el Estatut, las sentencias y mandatos judiciales. Reflexione: estamos ante el mayor ataque a nuestra democracia desde 1981. Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado han actuado, siempre a instancias de los jueces, para impedir el atropello que pretendían consumar los golpistas realizando un referéndum ilegal, y los únicos culpables de los enfrentamientos son, como ha dicho Rajoy, quienes han incitado a los ciudadanos a salir a calle. Los golpistas, como en 1981, tienen nombres y apellidos y deben ser detenidos y juzgados por sus actos y por las lamentables consecuencias ocasionadas.
¿Estaba preparado el Gobierno?
Resulta evidente que el operativo desplegado por el Gobierno para impedir el referéndum se ha visto desbordado. A los hechos me remito: los Mozos no han cumplido con su cometido y la mayoría de los centros de votación no se precintaron y han permanecido abiertos todo el día. No, no estaba preparado para responder con rapidez y eficacia. Estas intervenciones no se improvisan y aunque lo ocurrido el 1-O no tendrá consecuencias a corto plazo, el Gobierno de España debería reflexionar también, y cambiar su estrategia si no quiere exponerse a que, de tanto ir a la fuente (9-N, 1-O), el cántaro se rompa. Sería una ingenuidad imperdonable creer que no volverán a intentarlo de nuevo y negociar mañana una salida con los golpistas.
Además de exigir responsabilidades a quienes han orquestado el 1-O el Gobierno tiene que retener las competencias sobre las principales figuras impositivas y transferencias sociales, preservar el carácter estatal de nuestro sistema judicial, y continuar manteniendo un control exhaustivo de las órdenes de pago del gobierno de la Generalitat. Pero hay que ir bastante más allá. Visto lo ocurrido, convendría recuperar competencias en materia de seguridad para impedir que la policía autonómica esté al mando de un golpista declarado (Forn) y asegurar así que los Mozos cumplirán las órdenes de los jueces en el futuro. Más incluso: hay que aumentar la presencia permanente de efectivos de la PN y la GC en Cataluña.
El Gobierno tiene también que desmantelar la consejería que dirige Romeva e impedir que la Generalitat financie organismos como Diplocat o el Consell Assesor per la Transició Nacional. Finalmente, resulta inexcusable recuperar competencias educativas para impedir que escuelas e institutos actúen como centros de adoctrinamiento donde se promueve la hispanofobia y se transmiten a niños y jóvenes interpretaciones sesgadas de la historia de Cataluña y España. Hay mucho por hacer, Sr. Méndez de Vigo, en esta materia. Y urge hacerlo porque el tiempo, si no cambiamos nada, corre en contra nuestra.
Catedrático de Fundamentos del Análisis Económico
Universidad Autónoma de Barcelona