Hace unos meses (cf. Buscador, nº 79), me preguntaba: ¿Para qué les pagamos el sueldo a los políticos en España? Para intentar contestar a esta pregunta, hacía dos constataciones. Por un lado, el Gobierno de Rajoy en el poder y los demás Gobiernos pretéritos de España han hecho dejación sistemática de sus funciones y no sólo no han cumplido las leyes sino que no las han hecho cumplir (cf. El Buscador, nº 52). En efecto, para satisfacer sus apetitos desenfrenados de poder (su plato de lentejas), no han dudado en entregar a ciertas CC. AA. chantajistas lo que éstas les han exigido. Y, por otro lado, para más inri, cuando los extorsionistas amenazaron con la independencia unilateral de Cataluña, Rajoy incitó, en agosto de 2017, a la sociedad civil a salir a la calle para defender el estado de derecho.
Respondiendo a esta incitación de Rajoy, el sábado 7 de octubre, miles y miles de ciudadanos se manifestaron ante los ayuntamientos de toda España, para exigir “diálogo” entre el ineficaz vigía de la legalidad vigente, el Gobierno de Rajoy, y la cabra catalana independentista, que se había tirado al monte. Además, el domingo 8 de octubre, se manifestaron también más de un millón de ciudadanos, convocados por Sociedad Civil Catalana (SCC), para defender el estado de derecho en Cataluña. Por otro lado, el 12 de octubre, SCC organizó otra manifestación masiva (unos 65.000 ciudadanos), con el mismo objetivo. Y finalmente, el 29 de octubre, SCC logró concentrar nuevamente a más de un millón de ciudadanos en el céntrico Paseo de Gracia de Barcelona.
Son muy loables y meritorias estas convocatorias de SCC que, como su nombre indica, debería ser una asociación civil, transversal y no partidista. Ahora bien, no es oro todo lo que reluce, ni tampoco todo el monte es orégano. Por eso, quiero hacer una serie de puntualizaciones sobre la organización y el desarrollo de estas manifestaciones de la mayoría silenciosa y silenciada de Cataluña.
En estas concentraciones-manifestaciones masivas, SCC se comportó como el alter ego o la correa de transmisión del PP y de C’s (cf. El Buscador, nº 44). SCC siempre llevó la batuta y la voz cantante. Para ello, marginó, ninguneó, eclipsó y obligó a llevar el burka, para hacerlas invisibles, a más de una veintena de asociaciones que, sin ningún apoyo del Estado, se han fajado, desde hace muchos años, en defensa de la unidad de España, de la soberanía nacional y de los derechos de los ciudadanos de Cataluña. Pero, en aras de la unidad y de los objetivos perseguidos, tuvieron que hacer de tripas corazón y se plegaron, una vez más, ante la prepotencia, la soberbia y el poderío económico de SCC. Y tuvieron que aplicar ese refrán que reza así: a mal tiempo, buena cara.
Esta subordinación de SCC a los intereses del PP y de C’s es manifiesta, si observamos las cabeceras de las marchas del 8, del 12 y del 29 de octubre (cf. foto ut supra). Los protagonistas principales no fueron las decenas de miles o los millones de ciudadanos, llegados de toda Cataluña y de otras regiones de España. A la cabecera de las manifestaciones y tras la pancarta principal, acudieron, como al panel de rica miel de la fábula de Samaniego, las moscas carroñeras de la casta política: A. Rivera, X. García Albiol y otros miembros y “miembras” de las cúpulas de sus respectivos partidos (C’s y PP), desplazando a los auténticos protagonistas: los anónimos ciudadanos, durante tanto tiempo silenciados y, por lo tanto, silenciosos.
En los últimos años, estos descarados oportunistas de la casta política (PP y C’s) nunca participaron en las manifestaciones del 12 de octubre (día de la Hispanidad) ni del 6 de diciembre (día de la Constitución); ni tampoco invitaron a sus militantes, simpatizantes o votantes a hacerlo. Este año, sin embargo, ante la perspectiva de inminentes elecciones y la posibilidad de llegar a acariciar el poder, bien valía, como es habitual en ellos, el postureo de asistir a las manifestaciones del 8, del 12 y del 29 de octubre, para codearse con Mario Vargas Llosa, Josep Borrell u otras personalidades, para gozar de unos minutos de gloria en televisiones y otros medios y así obtener réditos electorales. ¿Acaso no buscaron esto las silentes, mudas e impostadas figuras de Rivera y Albiol (charlatanes de mercadillo), escoltando —en la cabecera de la manifestación y en los parlamentos finales— a Vargas Llosa (príncipe de las letras) y a Borrell (pico de oro), que tomaron la palabra al final de la manifestación del 8 de octubre? Por cierto, el PSC ni estuvo ni se le esperaba.
La verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero. Y, en la lucha en defensa del orden constitucional vigente, no se deben hacer distingos entre aquellos que lo violan impunemente, por acción o por omisión, desde hace años. Todos deben ser denunciados para que apechuguen con sus responsabilidades. Con las manifestaciones de los pasados 7, 8, 12 y 29 de octubre, los ciudadanos han protestado sólo contra las pretensiones ilegales y testiculares de los independentistas catalanes. Sin embargo, se han olvidado de los otros responsables (los sucesivos Gobiernos de España, presididos por González, Aznar, ZP y Rajoy), cuya gestión partidista e interesada de la “res publica” nos ha conducido a la situación crítica que estamos viviendo.
Por eso, ante los actos o, más bien, la ausencia de actos de Rajoy, los ciudadanos deberíamos dirigir también nuestras críticas, nuestros dardos o nuestras armas verbales no sólo contra los catilinas secesionistas catalanes sino también contra el Gobierno de Rajoy. Hoy, él es el responsable de la situación crítica actual, que se ha ido gestando a lo largo de 40 años, que se ha agudizado en los dos últimos meses y que nos ha conducido al borde del precipicio; y de él depende que se ponga fin, para siempre, a la deslealtad y a la desobediencia de los poderes autonómicos actuales y futuros de Cataluña y de otras CC. AA. periféricas. Ahora bien, para esto, Rajoy debería tener redaños para abandonar la hamaca y el dolce far niente (cf. El Buscador, nº 78) del que hace gala.
Para alejarnos definitivamente del abismo, la casta política no puede volver al tradicional “pasteleo” postelectoral; ni tampoco son de recibo los paños calientes o las medidas coyunturales para salir del paso. Plagiando a Antonio Machado, podemos afirmar que los independentistas nos han dado jaque mate y todos sabemos cómo ha sido. Por eso, se deberían atacar las causas prístinas y fundamentales de los desafueros de los independentistas, privándoles de los instrumentos que les han permitido desestabilizar a la sociedad catalana: la educación, los medios de comunicación públicos, la seguridad,… y todas aquellas competencias transferidas, que les han permitido fabricar en serie talibanes independentistas.
Por eso, ante el desafío independentista, la ciudadanía debería exigir a toda la casta política y a SCC el abandono de las rutinas del postureo político y la implementación de medidas radicales para provocar un real “Renacimiento” político (un “efecto Shinkansen”), fruto de una auténtica y drástica regeneración democrática, de la que fue un adalid, en su tiempo, Joaquín Costa, el León de Graus.
© Manuel I. Cabezas González
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