Las reservas de la biosfera se seleccionan por su interés científico y, aunque su objetivo principal es la conservación y protección de los recurso humanos naturales, también persiguen desarrollo económico y social de la zona.
El valle de Laciana es un espacio protegido que forma parte de los 120 lugares del mundo que disfrutan de dicha categoría tan especial. Su valles de pación verde, en los que la atendida ganadería lacianiega campea, son un respiro para el ánimo de sus habitantes y la montaña, el manto que sirve de abrigo al carácter de la comarca, es terreno de voluntad y respeto por los orígenes de la zona.
En el podrás encontrar al urogallo apostado en la rama de un acebo, o al noble tejo dominando lo alto de una colina contemplando la serenidad de las aldeas caladas en el paisaje. Orallo, Rabanal, Villarino, Lumajo, Sosas, Robles... Pueblos lacianiegos que levantan la mirada cada mañana por las sendas que abrieron sus pasos y marcaron tantas jornadas de trabajo.
La Reserva es el reconocimiento a esa cautela del ayer con el entorno, a pesar de las explotaciones mineras, y la afirmación del esfuerzo por el aprecio a o más próximo. Un trabajo que ahora se devuelve en forma de modelo de convivencia con el entorno natural y que contribuye a la fortaleza de los valores de los habitantes del valle.
Una recompensa que se presenta cada día entre los riscos de las montañas lacianiegas y en los vericuetos de sus laderas. Un reconocimiento que cuelga en las puntas del acebo o en las copas de los tilos que se asoman a las claras aguas de los arroyos que bajan por sus bosques.
Acercarse al testimonio vivo de las raíces de la comarca es un homenaje a los paisanos de Laciana. Una reverencia a los valores y a una apuesta por los ambientes saludables. En definitiva, un descubrimiento del patrimonio del que la población local es la única protagonista.
Pero Laciana trasciende a la idea de ser un territorio confinado a la conservación y rodeado de bosque que dificulte las relaciones comerciales o económicas. La Reserva es justo lo contrario. Un asombroso escenario en el que el turismo actúa cada día como mejor de las representaciones. La estación de esquí de Leitariegos da buena cuenta de ello, y las visitas a la casa de Sierra Pambley, o al centro de interpretación del urogallo también.
Escaparse a Laciana puede convertirse en "el sitio de mi recreo" de un Antonio Vega anónimo que se aproxime hasta la comarca o en el jardín de las delicias donde modernidad, tradición y sostenibilidad juegan por el valle a la espera que un "Bosco" la inmortalice hoy en formato digital. Escapar a Laciana unas horas es acercarse a una reserva de comprensión e intuición que llenará sus horas de alegría de vivir.
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