Los agricultores de la provincia están viendo cómo las altas temperaturas de estos días, sobre todo las que están por llegar, unido a la falta de precipitaciones, están deteriorando los cultivos y diezmando las previsiones de cosecha. Los cultivos de secano no están adaptados para soportar a mediados de mayo temperaturas en el entorno de los 30 grados y más cuando en la mayoría de las zonas cerealistas no ha llovido nada desde los últimos días de abril. Las lluvias del pasado fin de semana han sido escasas y locales, y por lo general no han atravesado el Esla hacia el Este, que es donde se encuentra la mayor parte de la agricultura de secano. ASAJA adelanta que cuando dentro de mes y medio se comience a cosechar, habrá pérdidas que llevarán a calificar la cosecha como mala o muy mala, quizás similar a la que se tuvo el último año de sequía que fue el año 2019. Los cultivos más afectados son todos los cereales de invierno –con una mejor previsión para la cebada-, y todos los forrajes, entre ellos la alfalfa, las vezas, y el forraje de cereal. La expectativa no es mejor para los prados de siega, sobre todo en baja y media montaña.
Mientras que los precios del cereal se mueven en los mercados internacionales, actualmente muy tensionados, los precios de los forrajes dependen mucho de la oferta y la demanda en el ámbito más local. Esta escasez de forrajes, en una provincia consumidora también por ser ganadera, que además tienen un mercado en las comunidades autónomas limítrofes, está tirando para arriba de los precios y por lo tanto elevando los costes en las ganaderías extensivas.
A la espera de cómo evolucione todo en las próximas fechas, lo previsible es que haya cosechas cortas a precios altos. Los agricultores tendrán importantes pérdidas porque los mejores precios no compensan las menores producciones, y además los costes de los medios de producción han sido muy altos, y los ganaderos tendrán que comprar piensos y forrajes a precios casi prohibitivos para hacer acopio para los meses de invierno y para suplir la falta de pastos y de heno.
A falta de datos más fiables sobre superficies de cultivo, que se aportarán en la Comisión Provincial de Estadística Agraria del 27 de mayo, a día de hoy hay que trabajar con estimaciones. En la agricultura de secano de la provincia se estiman 34.000 hectáreas de trigo, 18.000 de cebada, 10.000 de avena, 10.000 de centeno, 3.200 de triticale, 1.500 de vezas grano, 9.500 de veza forrajera, 4.500 de alfalfa, 2.500 de colza, y 1.500 de guisantes. Un total de 94.700 hectáreas de cultivos herbáceos que sufrieron estrés hídrico en un invierno particularmente seco, que mejoraron de forma espectacular con las lluvias de marzo y abril, y que ahora están sucumbiendo a unas temperaturas inusualmente altas cuando además el terreno tenía menos reservas de agua que nunca.
El cultivo de girasol en secano, que podría llegar a las 20.000 hectáreas, y que tantas expectativas ha creado entre los agricultores, en principio está evolucionando bien, y sus meses más críticos son junio y julio.