La idea de la construcción de un palomar surgió ante la proliferación de un gran número de palomas en la localidad y la necesaria urgencia de intentar conseguir tanto la disminución de las mismas como su control, para tratar de evitar tanto la suciedad como las molestias que puedan provocar, y, según ha anunciado la alcaldesa, Alicia Gallego, se pretende construir un segundo palomar.
Por otro lado, se quiso aprovechar la oportunidad para poder recuperar una construcción, antiguamente bastante habitual en la arquitectura vernácula de toda la comarca paramesa (hoy en día muy transformada por la llegada del regadío, las sucesivas concentraciones parcelarias y la utilización de nuevos cultivos y usos del territorio que han mejorado su economía) y de la que ya no se tenía constancia en todo el Municipio, aunque si se mantienen algunos ejemplares, en diferente estado de conservación, en municipios y localidades cercanas.
Se contó con el asesoramiento de Irma Basarte, fundadora y presidenta de la Asociación de Amigos de los Palomares de León, gran divulgadora y conocedora de los palomares de la provincia de León, la cual facilitó el contacto con varios constructores y restauradores especializados en arquitectura popular y tradicional, siendo finalmente adjudicada su construcción a Jon Santibáñez, de Adobera del Norte, por un importe de 22.150€.
Después de barajar varias ubicaciones, finalmente se decidió que, en esta ocasión, lo más adecuado sería construirlo en la finca anexa a la estación EDAR municipal y la Laguna Feldo (en cuyas inmediaciones se ha instalado recientemente también un Observatorio de Aves), que se encontraba en desuso hasta ahora y sita en la Carretera de Valcavado, a la altura del kilómetro 28,5. Así mismo, una vez ubicado allí el Palomar Tradicional, se quiere acondicionar dicha finca como zona de esparcimiento, de ocio y didáctica, con un espacio habilitado como zona o parque canino, incluido.
En referencia a las características constructivas del Palomar: la planta base es rectangular, de proporciones áureas (basadas en el número π, llamado de oro o áureo, que se repite en muchas formas de la Naturaleza y se utiliza como regla estética y/o armónica), de 3,40 por 5,50 metros de lado; formada por cimientos y zócalo de cantos rodados y hormigón, con esquineros de ladrillos macizos vistos.
Las paredes están realizadas por paños de tapial, pisado y prensado, y realizados con tierra seleccionada, con pequeñas piedras y estabilizado con cal aérea; de una altura media de 3,5 m. y un espesor de 50 cm.
La portada de acceso está realizada con grandes adobes de barro y paja, formando un arco de tipo rebajado o escarzano y puerta maciza de madera y hechura artesanal tradicional.
La cubierta es a un agua, con armadura de madera de pino y cubierta de teja árabe y rebajada ligeramente en un plano inferior a la altura de los muros de tapial (para servir de peto cortavientos perimetral), salvo por el lado sur, por dónde sobresale con un alero de varios cm. de vuelo respecto del muro.
Igualmente, cuenta con dos troneras para entrada y salida de las aves y está realizada con inclinación orientada hacia el mediodía, como se hacía tradicionalmente; siendo el resto de cerramientos ciegos, salvo el acceso del muro sur, y estando el resto de muros rematados por una cumbrera, realizada igualmente con tejas.
Finalmente, el palomar cuenta con aproximadamente 120 huecos o “nidales”, excavados en la superficie interna de los muros, dispuestos a tresbolillo y arrancando a una altura de unos 50 cm. del suelo, destinados para el descanso, anidamiento y la cría de las palomas.
La atención del mismo se realizará a través de un convenio con una persona responsable que se ocupará de la limpieza interior del palomar y del cuidado y la alimentación de las palomas, a cambio del aprovechamiento de los recursos que obtenga (palomina como abono, y las palomas y pichones que críen), como tradicionalmente se hacía en las familias que poseían un palomar para la obtención de alimento, y de abono para sus cultivos.