miércoles. 16.04.2025

Desde Unidad Leonesa no podemos dejar de contestar a Alejandro García Nistal en su artículo de ABC y reproducido por El Bierzo Digital, titulado triunfalmente “Castilla y León: firmeza frente al separatismo”

No es por nuestra parte un asunto de “piel fina” ni de sentirnos “ofendiditos”, postura tan en boga hoy día. Más de uno habrá pensado: ya están éstos, los autonomistas, quejándose de que se les llame separatistas, cuando no quieren romper el marco nacional sino sólo abandonar la fallida autonomía con Castilla, socio más beneficiado de estos más de cuarenta años en niveles de renta, empleo y población.

No tal, que García Nistal no nos ha mentado. Parece que no nos tiene ni en sus pensamientos. Porque habla de Castilla y León como bastión de estabilidad y serenidad y ¡sentido común! Se opone esta autonomía a un “oleaje” de independentismo fragmentador del espíritu nacional desde la unidad, y permanece en pie como encinar milenario con dignidad pétrea. Panegírico de la ranciedumbre histórica que, francamente (y el adverbio no es casual), nos sobra.

Porque Castilla y León es un invento, pero malo. Alude García Nistal implícitamente a esa fuerza que justificó en su día el engendro de esta comunidad. Constituir un núcleo extenso y fuerte que contrarrestara la fuerza del litoral peninsular, donde las ideas y el progreso seguramente harían mella y llevarían al fin de la identidad territorial. Juan Pedro Aparicio habla siempre de “Castispaña” como ese supuesto motor de unidad, campeón en la batalla territorial y núcleo inquebrantable de las esencias de la Nación. Tal discurso, ideado por Rodolfo Martín Villa con la aquiescencia de Gregorio Peces Barba y otros, llevó a la creación de esta comunidad imposible.

Imposible, sí, porque en contra de lo que dice Nistal en su artículo, la Junta de Castilla y León no ha hecho ningún esfuerzo vertebrador ni ha tratado de conseguir el equilibrio territorial. Se ha limitado a crear una falsa capital en Valladolid, sede de prácticamente todos los resortes de poder y gobierno autonómico, y a aprovechar la inercia del eje País Vasco – Ebro para, comunicándolo con Portugal, desarrollar su particular sinergia entre Burgos, Palencia y Valladolid gracias, principalmente, a la industria del automóvil.

El oeste, abandonado, desertificado, vacilado y vaciado. León, Zamora y Salamanca, en la insignificancia demográfica, política, de empleo, de renta y de comunicaciones. Si eso es cohesión, trabajo por lo común y desarrollo simétrico, García Nistal necesita una visita al óptico optometrista.

Claro que Nistal permanentemente contrapone la labor de la Junta a la del Gobierno Central. Por ejemplo cuando dice que ha exigido equidad en la financiación. Pensamos que esa misma equidad la podía practicar la Junta a la hora de repartir los fondos no provincializados, ese 40% que se reserva al inicio de cada ejercicio y que después es incapaz de concretar, ya a año vencido, a qué lo ha dedicado, según ha manifestado Carlos Fernández Carriedo a pregunta en sede de la Cortes. Inaudito.

Que otros territorios se agarren al victimismo y reclamen permanentemente mayor y mejor financiación entiende Nistal que es cosa poco recomendable, lo mismo que reivindicar agravios históricos. Tiene claro Nistal que reclamar todo eso es antiespañol. Lo mismo nos pasa en León, que sólo pedimos lo nuestro a los que con su expolio nos agravian. No pedimos más que nadie pero tampoco menos.

En Unidad Leonesa entendemos que la reivindicación de una autonomía propia no daña la integridad de España, antes bien la refuerza y es muy necesaria para el desarrollo del noroeste peninsular. Vendernos que la figura de Castilla y León defiende esos intereses es “encastillarse” en no querer ver que ese gobierno autónomo está por anular y vaciar a León. “Sin León no hubiera España” dice nuestro himno. Volvamos a ese origen. España nos lo debe.

Comunicaciones de Unidad Leonesa.

Castilla y León: el espejismo de la cohesión territorial